Porsche y Le Mans: un asunto de familia. Por tanto, ¿qué mejor lugar que este antiguo despacho de la Nave 1 de Porsche en Zuffenhausen para charlar largo y tendido con Wolfgang Porsche, acerca de sus recuerdos sobre la mítica carrera de 24 horas? Nos reunimos con él ante el escritorio de su padre Ferry.
Nada ha cambiado; entrar aquí es como hacer un viaje en el tiempo. Los muebles despiden el aroma de los años cincuenta, la época en la que Porsche pasó de ser una pequeña empresa familiar a un fabricante de deportivos de nivel internacional. Los éxitos cosechados en Le Mans fueron fundamentales en esta transformación.
Sobre el forro de cuero verde oscuro que recubre el escritorio reposan algunas fotografías de siete décadas de Le Mans. Wolfgang Porsche las recorre con la mirada y, de pronto, se le iluminan los ojos al descubrirse en 1956 con 13 años junto a su padre en el muro de boxes. «Claro que me gustaba ir», recuerda. «Pero no podía acudir a todas las citas porque la carrera coincidía con el colegio». Parece que saltarse las clases no estaba justificado ni en la mismísima casa de los Porsche. En cambio, la familia sí solía acudir al completo al Gran Premio de Alemania, en el circuito de Nürburgring, ya que se celebraba durante las vacaciones de verano.
Las imágenes de Le Mans son para él un viaje en el tiempo, una especie de repaso por las distintas etapas de su vida, desde la niñez hasta hoy, con sus 77 años.
El adolescente de entonces no es el único que ha cambiado. Desde los años cincuenta hay muchas cosas distintas en el deporte del motor, como atestigua una fotografía de 2017. En ella se puede ver a Wolfgang Porsche en la sala de control. En el siglo XXI nadie se sienta en el muro de boxes sosteniendo cronómetros y tablillas escritas a mano. Hoy, los ingenieros observan en los monitores flujos ingentes de datos que tratan de interpretar para definir la mejor estrategia para la carrera de 24 horas.
Lo único que ha permanecido intacto es esa magia única que destila el clásico entre los clásicos de la resistencia. También Wolfgang Porsche lo ve así: «Para mí, no se trata solo de estar ahí», admite, «sino de apoyar a todo el equipo Porsche. Sufro con cada retirada y me alegra sobremanera cada éxito».
Teloché
En Le Mans, Porsche ha vivido momentos de gloria y momentos dramáticos, aunque hasta la fecha ningún otro fabricante ha cosechado tantos éxitos en la Sarthe. Las fotografías dan fe de una lealtad sin parangón por una carrera considerada de culto.
Desde su primera participación, en 1951, con dos Porsche 356 modificados, la firma alemana no se saltó ni una cita. Bien a través de equipos oficiales o de equipos privados de clientes siempre hubo un Porsche participando. No en vano, uno de los sobrenombres de Le Mans es la «sala de estar de Porsche».
En una instantánea de 1970, Wolfgang Porsche observa a su madre, Dorothea, quien solía mantenerse lejos de la atención y aparece aquí junto a su padre, Ferry. Fue el año de la largamente esperada primera victoria absoluta de Porsche, alcanzada por Hans Herrmann y Richard Attwood con el legendario 917 K. Un coche y un acontecimiento inolvidables para Wolfgang Porsche. La victoria fue una «experiencia formidable», asegura. «Por primera vez, pudimos demostrar que éramos capaces de derrotar a los grandes. Fue el gran punto de inflexión internacional».
El ADN de Porsche
Durante el siguiente medio siglo sumarían 18 victorias más, demasiadas para repasarlas una por una. Wolfgang Porsche tiene especialmente grabada en la memoria la carrera de 1976. Ese año un Porsche 936 se convirtió en el primer coche con turbocompresor de la historia en ganar Le Mans. Eran los años de la crisis del petróleo y el debate sobre prohibiciones a la conducción cobraba fuerza en varios países, por lo que el triunfo fue especialmente importante. «Pudimos demostrar que los turbocompresores eran eficientes y su desarrollo perfectamente madurado, algo muy importante para el éxito de la fabricación en serie». Aún estaba reciente el lanzamiento al mercado de nuestro primer vehículo con turbocompresor producido en serie, el 911 Turbo.
La estrecha vinculación entre las carreras y la producción en serie continuó cuando, en 2014, Porsche regresó con un nuevo equipo oficial a la categoría LMP1 de la carrera de resistencia más dura del mundo. Con tres victorias absolutas seguidas – en 2015, 2016 y 2017 –, Porsche siguió haciendo historia en Le Mans: el Porsche 919 Hybrid permitió adquirir valiosos conocimientos para el desarrollo de vehículos híbridos en serie y para el primer Porsche totalmente eléctrico, el Taycan.
Wolfgang Porsche también estuvo al pie del cañón, sufriendo con el equipo en boxes. «Las carreras siguen siendo esenciales para nuestra marca. Forman parte de nuestro ADN», explica el Presidente del Consejo de Supervisión. «En mi función me gusta enarbolar esa bandera y lo reconozco abiertamente».
Le Mans
También vivió en primera persona la dramática fase final de la carrera de 2016, junto al resto del equipo. Toyota parecía tener asegurada la victoria, pero fue literalmente devorada por Porsche en los últimos metros.
En 2017, Wolfgang y el equipo vivieron una montaña rusa de emociones como solo la carrera de las 24 horas puede provocar. El cambio del motor eléctrico del eje delantero en el 919 Hybrid que participaba con el número 2, se demoró más de una hora. «Parecía que estuvieran desmontando el coche entero y volviéndolo a montar», rememora.
Tras la quinta hora de la carrera, con una distancia aparentemente insalvable, dio comienzo una increíble persecución con los pilotos Earl Bamber, Timo Bernhard y Brendon Hartley al volante. «Pocas horas antes del final de la carrera, nuestro número 1, que iba situado en cabeza, tuvo que abandonar, seguido por los dos Toyota», explica Wolfgang Porsche.
Confiesa que, como tantas otras veces, sintió lástima por el rival, al mismo tiempo que una inmensa alegría por la victoria de los tres perseguidores, que en algún momento había parecido imposible. «No rendirse nunca es uno de los lemas de Porsche. La carrera no termina hasta que se cruza la línea de meta». Resistir, resistir y resistir para estar ahí cuando llegue el momento decisivo. Siempre que su agenda se lo permite, Wolfgang Porsche está ahí también tras el final de la era LMP1. «Sigo con emoción el rendimiento de nuestros GT», comenta. «Es muy importante para mí, pues al fin y al cabo también los conducen nuestros clientes. Y nuestros clientes son lo más importante para nosotros». Le Mans es un asunto de familia, y todos los clientes de Porsche forman parte de ella.
Es evidente que le gusta lo que expresa, estoy agradecido por la información
Gracias