Muchas veces, un coche puesto en la calle es el comienzo de una nueva experiencia que se puede aplicar en otros coches. Todos los fabricantes lo saben. Pueden testar la resistencia de la tela de los asientos con el paso de los años o pueden medir el funcionamiento real de sensores y recabar información para utilizarse en otros modelos.
Este último caso es el que lleva a cabo Ford con su GT. Un verdadero súper deportivo, un coche de carreras con matrícula y elevadísimas prestaciones que esconde un sinfín de sensores, ordenadores y gigas de datos.
Bueno, realmente no es un sinfín: son más de 50 (nada menos) y 25 ordenadores que procesan 100 gigas de datos a la hora.
El Ford GT, pese a estar centrado en ofrecer una experiencia de competición inmejorable para los 1.000 propietarios de una unidad a través de los cuatro años de producción confirmada, ofrece características comunes a otros modelos de la gama Ford.
Pero el Ford GT no es un “ordenador con ruedas”. Es eso y mucho más. Como hemos dicho antes: es un súper deportivo. Entrega 650 CV y monta elementos de chasis activos con los que supera a sus rivales con el crono en la mano.
El Ford GT hace honor a su legado de competición con un diseño optimizado para su rendimiento en circuito. En una prueba de desarrollo que tuvo lugar en 2016, el Ford GT superó al McLaren 675LT y al Ferrari 458 Speciale en el circuito Calabogie Motorsports Park de Canadá.
De todos sus coches de serie, el GT es el Ford más rápido de la historia de la marca.