Esta es la historia de un arquitecto, unos tubos de acero doblados, una lámpara de escritorio, un diseño intemporal y un Porsche californiano muy poco común.
¿Qué hace un Porsche en una fábrica de muebles? Para el diseñador Ulf Möller, ambas cosas son totalmente compatibles. Su particular historia con el 911 empieza aquí, en Thonet, el prestigioso fabricante de muebles para el que Möller creó en 2010 la lámpara Lum, convertida ya en un icono. Con el dinero que obtuvo se compró un raro ejemplar de un modelo especial del 911: el America Roadster. «Mi recompensa», dice Möller, señalando el descapotable blanco. Más allá, la nave de producción de Thonet: «Y exactamente aquí se fabrica mi Lum». De esta manera se unen dos realidades inseparables, al menos para este diseñador: una lámpara y el Porsche 911 Carrera 2 blanco con capota negra y estilo Turbo.
A Möller le gusta huir de lo convencional. Luce un plumífero de color plateado, a juego con su vistosa melena blanca, y calza botas de montar altas. Así se siente cómodo y en cualquier momento puede hacer una escapada a la campiña, donde le espera «Daisy», su yegua hanoveriana, para salir a galopar. Lo primero que viene a la cabeza cuando aparece Möller es el personaje de Doc Brown, de la ya clásica película Regreso al futuro, un inventor que disfruta haciendo realidad ideas descabelladas. El placer de Möller por lo sorprendente también inspira nuestra sesión fotográfica con el America Roadster en medio de la fábrica de muebles. Hemos vaciado expresamente una parte de la nave de producción de Thonet para poder mostrar el vehículo en el mismo lugar donde se doblan los tubos de acero para Lum, la elegante lámpara curvada de Möller.
«La forma sigue a la función», dice Möller al hablar de un buen diseño. «Hay que trabajar el material desde la autenticidad y darle la forma ideal para su función». También emplea mucho la expresión ‘estable en el tiempo’ cuando otros dirían ‘intemporal’, «porque la estabilidad como valor llega con el tiempo», explica, quien aplica indistintamente este mismo principio a una silla, una lámpara o un coche. Y no es casualidad, prosigue, que Ferdinand Alexander Porsche, responsable del Porsche 911 y del Porsche 904, estudiara en la Escuela Superior de Diseño de Ulm. «En su estética funcional y sintética, la escuela de diseño de Ulm no tiene rival». Este mismo pensamiento formal se cultiva también en Thonet. Al fin y al cabo, el fabricante de muebles se mantiene fiel a la tradición de la clásica escuela de la Bauhaus.
Al diseñar la lámpara Lum, Möller no solamente se rige por una forma pura y precisa. El diseño por sí solo no es suficiente. Para Möller, un objeto visualmente atractivo se convierte en un clásico cuando se combina con la tecnología más moderna. «Lo que Porsche está haciendo hoy en día con el Taycan es, en cierto modo, comparable a lo que Thonet hizo hace diez años con la iluminación», afirma el diseñador mientras echa un vistazo al 911 y luego a los tubos de acero de su lámpara Lum. En su momento, la tecnología LED, el encendido táctil o la electrónica oculta en un tubo de acero de 20 milímetros de diámetro eran lo último en iluminación y un territorio inexplorado para Thonet.
Como explica Möller, «pasaron varios meses antes de que todo funcionara según lo previsto». Un desafío primordial en aquel momento fue, por ejemplo, la gestión térmica, lo que también sucede en los vehículos eléctricos. Las altas temperaturas funden rápidamente una luz LED. Por ello, la lámpara Lum está alimentada por un flujo de corriente continua temporizado que enciende y apaga el LED a una velocidad tan elevada que el ojo humano no lo percibe, pero durante el tiempo suficiente para mantener la temperatura dentro de un margen de tolerancia. El resultado de tanto esfuerzo investigador es una vida útil prácticamente eterna de las luces LED. «Otro ejemplo de estabilidad en el tiempo».
Por supuesto, también el 911 America Roadster permanece estable ante el paso del tiempo. Möller descubrió este descapotable de la generación 964 con anchura de vías de Turbo en California, en 2011, y lo importó a Kassel, su ciudad natal, en Alemania. Solamente se construyeron unas 400 unidades de esta versión del 911 a principios de la década de los noventa, para conmemorar los primeros America Roadster, aquellos bellísimos Porsche 356 biplaza con capota de lona, producidos especialmente para el mercado estadounidense en 1952 y 1953.
Ulf Möller encontró su ejemplar por casualidad. «El coche tenía 75.000 millas y estaba en perfecto estado», cuenta el diseñador. «En particular me impresionó su carrocería ancha. Y también la preciosa insignia ‘Roadster’ en la parte trasera. Un coche deslumbrante». Y con música en las venas: su anterior propietario, un norteamericano, había instalado un equipo de sonido de la marca Braun, experta en diseño, con ocho altavoces, un subwoofer detrás de los asientos y un amplificador de potencia delante, bajo el capó. «Cuando abrí el maletero por primera vez, no daba crédito, porque casi no quedaba espacio para nada más», explica Möller. «El sonido es tremendo, pero el coche, musicalmente, también es una locura».
Möller quedó cautivado por el America Roadster debido a una experiencia vivida durante su época de estudiante, cuando se subió a un Porsche por primera vez. Ocurrió en 1990, en la ciudad de Erfurt. Möller tenía entonces 21 años y estudiaba Arquitectura y Urbanismo en Darmstadt. Paralelamente también trabajaba en un despacho de arquitectos que estaba construyendo una pizzería en Erfurt, justo después de la caída del Muro. Al finalizar una visita de obra, el jefe le dio las llaves de un flamante Porsche 911 (964) y le dijo: «¡Llena el depósito!». «Me quedé maravillado», recuerda Möller, «aunque al principio pareció más bien una odisea. Recorrí media ciudad empapado en sudor porque no encontraba ninguna estación de servicio. Cuando finalmente encontré una, el encargado acababa de cerrar. Tuve que desplegar mis dotes persuasivas para conseguir la gasolina, pero la experiencia de conducción fue estupenda».
Möller tardó dos décadas en volver a conducir un 911, esta vez el suyo. Entretanto, el diseñador se puso a trabajar por su cuenta y se unió a un estudio de arquitectos que ahora es de su propiedad. En el cambio de milenio Thonet se puso en contacto con él. El fabricante de muebles de Frankenberg buscaba un proyectista para obras de restauración. Hoy en día, Möller es el arquitecto principal de Thonet. Dos de sus últimas obras son la nueva sala de exposiciones situada en la antigua mansión de la familia y la fachada de madera de la nave de producción, situada a pocas calles de ahí, donde espera el America Roadster.
«Para mí, el 964 es uno de los nueveonce más bellos», asegura Möller, que destaca el clásico morro con sus característicos faros verticales, las grandes llantas de 18 pulgadas y el aspecto general, «imponente y fibroso a la vez». «Me encanta sentarme al volante y mirar por el retrovisor, porque realmente se ve mucho coche», asegura Möller.
«El coche tiene ahora 28 años, pero transmite casi la misma frescura y agilidad que uno nuevo». Möller sabe de lo que habla, ya que su flota personal está formada exclusivamente por modelos de Porsche. Aparte del singular roadster, en el garaje tiene un Porsche Boxster Spyder (generación 981) de color amarillo, «mi dosis extra de vitamina C», comenta Möller riéndose. A su lado, en una configuración un poco más agresiva, hay un Porsche Boxster Spyder rojo (del año 2011 y generación 987) y un Macan negro, su Porsche para el uso diario. Una última pregunta para este diseñador amante de los coches: ¿Cómo sería un automóvil diseñado por él? «Yo crearía una furgoneta aerodinámicamente perfecta. Por supuesto, sería un coche técnicamente innovador y purista, un diseño de la Bauhaus para el siglo XXI».
Michael Thonet empieza a trabajar por su cuenta en 1819, cuando abre una ebanistería en la pequeña localidad de Boppard. Alcanza fama a nivel nacional gracias a un sistema de flexión para madera maciza desarrollado por él: por acción del vapor a 107 grados, los listones de haya se pueden ablandar, moldear y fijar. En Viena, lugar al que Thonet se traslada más tarde, crea la emblemática silla de cafetería vienesa ‘Nº 14’ (hoy llamada ‘Nº 214’) utilizando el citado procedimiento. Debido a su sencilla construcción, esta silla supone el inicio de la producción en serie de la industria del mueble.
Cuando en la década de los veinte los diseñadores de la Bauhaus como Ludwig Mies van der Rohe, Marcel Breuer y Mart Stamm crean muebles a base de tubos de acero, encuentran a un fabricante competente en Thonet, quien por entonces ha vuelto a Alemania. La empresa va perfeccionando el moldeado preciso de tubos de acero y, gracias a su fuerza innovadora, Thonet se convierte en el principal fabricante de muebles modernos de la Bauhaus. De sus talleres salen clásicos como la silla cantilever ‘S 32’, que, como dice Marcel Breuer, es «como sentarse sobre una columna elástica de aire».