Kinga Tanajewska, polaca de nacimiento y australiana de adopción; una auténtica overlander. Puedes seguirla en su página On Her Bike
Ulaanbaatar
Salí de Ulan Udé, el domingo por la mañana, esperando que el cruce de fronteras no estuviera demasiado ocupado y que el tráfico hacia Ulaanbaatar fuera rápido. Tenía 600 kilómetros por recorrer ese día, lo que me llevaría aproximadamente once horas, de las cuales unas tres serían gastadas en el cruce fronterizo de Khyagt. No tuve problemas en la frontera, me pidieron que abriera las maletas y les mostrara mis medicamentos.
El camino a Ulanbaatar terminó siendo bastante lento debido al tráfico pesado y algún tramo con asfalto en mal estado. Me quedé muy sorprendida, de que fuera una carretera de peaje, pero por suerte los guardias, me dejaron pasar sin pagar la tarifa. Lo mismo ocurrió, más tarde, en otra carretera de peaje, pero por otra parte sé que algunos motoristas tuvieron que pagar el peaje por lo que parece que aquí no hay reglas!
Una vez llegué a Ulanbaatar (Ulán Bator), el tráfico era una pesadilla. La ciudad se encuentra en un valle por lo que es muy larga y tiene sólo unas pocas calles principales que la atraviesan en toda su longitud… y está llena de coches! La verdad es que no esperaba ver muchos coches en la capital de Mongolia pero la realidad es que me llevó una hora llegar a través del tráfico a la Oasis Guesthouse. Cuando llegué necesitaba de veras una buena cerveza!.
El Oasis Guesthouse, es bastante legendario entre los overlanders, es aquí donde todos se reúnen al principio o al final de sus viajes por Mongolia. La primera noche me reuní con unos cuantos motoristas, que venían de Europa, así que pude recoger sus experiencias y vivencias sobre las condiciones de la carretera, etc.
Paul, de Australia, también estaba allí; decidimos viajar juntos a través del Gobi, así que podríamos estar pendientes el uno del otro en las pistas que implicaban un mayor desafío. Nos alojamos en el Oasis, una semana entera aprovechando para realizar algo de mantenimiento en las motos y organizando los visados; teníamos prácticamente todo el lugar para nosotros, claramente mayo es aún temporada baja.
Los neumáticos llegaron sin problemas desde Polonia, pero sólo una cámara llegó de Australia; la delantera no estaba en la caja. Es lo que hay (suerte que tenía una de repuesto). También tuve suerte de no tener que ir demasiado lejos para cambiarlas: había un taller al lado del Oasis, dirigido por un japonés que había sido mecánico en el Rally París Dakar, un tipo súper genial, que claramente sabía lo que hacía.
También le compré un poco de aceite japonés de buena calidad y este le dio a “Chillie” (moto), un pequeño servicio…… y mientras tanto tuve la ocasión de hacer de turista (como vosotr@s!) aunque me sentí ligeramente desvestida…
También di un paseo con Paul, para saludar a Gengis Khaan!
El desierto de Gobi
Había 600 km de camino pavimentado hasta Daladzadgad, que es el comienzo del sur del Gobi. Al haber salido bastante tarde de Ulanbaatar y tener que hacer una conducción muy lenta debido a los fuertes vientos, decidimos acampar, al cabo de 300 km, al lado de la carretera. Encontrar sombra en el Gobi es casi imposible, pero nos las arreglamos para escondernos detrás de grandes montones de basura depositada por allí proveniente de las obras en las carreteras, lo que nos dio algo de protección contra el viento.
A la mañana siguiente nos dirigimos al valle de Yolyn Am (es un desfiladero de hielo). El paseo por el valle fue absolutamente impresionante; fue un cambio agradable, poder ver las montañas. Al final de la carretera había una barrera y resultó que para ver el hielo tienes que caminar un par de kilómetros. “Olvídate de eso Paul, no hay forma de que yo camine más allá de 500 metros de distancia de mi moto!”. Paul sólo sacudió la cabeza y se rio, pero incluso para él parecía ser demasiado esfuerzo, así que nos dimos la vuelta.
No tuvimos que ir muy lejos para encontrar un buen lugar para acampar. También tuvimos algo de compañía!
Por la mañana, Paul decidió volver a la garganta sin equipaje y trató de colarse por la barrera. Mientras tanto yo estaba viendo nuestras cosas y pensé que era una gran oportunidad para hacer algunas fotos en movimiento. Bueno, esa no fue mi mejor idea: mientras estaba girando, la rueda trasera se deslizó en un bache de arena y me caí de “Chillie” encima de un excremento (¡puaj!)…me hice daño en la pierna! ¡Qué desastre!
Chillie no tenía las maletas, así que de nuevo no pude levantarla y tuve que esperar a que Paul regresara. Paul se sorprendió al llegar: “¿Qué diablos ha pasado? ¿Lo hiciste a propósito?” “Hmm, en realidad no” dije; ¡las cosas que hay que hacer para mantener una buena imagen!
Una vez que Chillie estaba de nuevo en pie, empacamos todo y volvimos a Daladzadgad, para conseguir algunos suministros, ya que sabíamos que de ahora en adelante no habría ciudades importantes en nuestra ruta, durante bastante tiempo. Después de lo cual nos metimos en… lo que yo llamo… “La autopista del Gobi”: llanura y ripio (tierra) con un montón de “líneas” (ondule toule).
Aproximadamente 100km, más adelante estábamos en los Acantilados Llameantes. Era un día bastante caluroso y no nos habíamos duchado desde hacía 3 días, así que por un breve momento consideramos alojarnos en el campamento principal. Pero una vez vimos sus elevados precios decidimos en su lugar acampar en el borde de los acantilados. Y estoy muy contenta de haberlo hecho, porque la vista desde la tienda era espectacular.
Aunque es aquí donde comienzan las dunas del Gobi, la mayoría del desierto es plano y rocoso. Hay muchas aldeas en el camino que a menudo tienen alguna gasolinera, por lo que el combustible nunca es un problema. También es una gran oportunidad cuando nos quedamos atrapados por los niños de la escuela local en los pequeños pueblos, dan tanta alegría!
Además, hay también un montón de camellos!
Nos llevó un par de días llegar a Arvayneer, donde finalmente nos alojamos en un hotel en el que por fortuna había ducha y donde pudimos recargar pilas.
Paul sugirió que al día siguiente que deberíamos, visitar la cascada Tsutgalan. Queremos volver al sur desde Arvayneer y girar a la derecha, hacia una pista que en el mapa parece una especie de carretera principal. Pero la pista se hizo bastante técnica (un montón de colinas empinadas y rocosas, arena y arroyos). Nos llevó un día entero recorrer 100km. Me seguí cayendo de Chilli y maldiciéndome a mí misma por llevar tanto equipaje!
Por vez primera, Paul tuvo un “uups!…” y decidí unirme a él en señal de solidaridad, jajaja…
Finalmente llegamos a las cascadas! Quizás para algunos que han visto las del Niagara esta no parezca muy impresionante, pero después de conducir durante días por el Gobi ver un poco de agua y algunos árboles verdes es realmente emocionante!
Además, por primera vez nos encontramos con otros turistas y en lugares con muchos turistas hay un montón de servicios. Algunos pueden ser alojamiento, otros pueden ser tiendas o restaurantes. Sin embargo, no había ninguna señal de estos y todos parecían iguales. Para resolverlo, sólo tienes que pedir lo que buscas y te dirigirás al sitio correcto.
Nos dirigieron a la tienda uno… y como nuestra de comida aún se estaba preparando el tocino tuvimos un poco de tiempo para jugar…
También nos dieron algunos buenos consejos sobre cómo pilotar con facilidad por nuestra ruta, una vez saliéramos de allí. Un guía turístico de viajes en moto nos recomendó “Sólo mantened el río en el lado izquierdo hasta llegar a Harholim“. La carretera no estaba en mi mapa de papel pero era muy fácil de seguir! Y debo decir que fue uno de los mejores y más memorables momentos de mis viajes por Mongolia. Resulta que fuimos a través del Valle de Orkhon, reconocido por la UNESCO. Un trayecto absolutamente increíble…
Coincidimos una última noche en Harholim. Fue un cambio agradable tener un amigo de ruta durante una semana, pero ahora era el momento de ir por caminos separados. Paul tenía todavía dos semanas por delante en Mongolia y yo quería llegar a la frontera rusa al cabo de una semana, mientras mi pierna lesionada empeoraba; sin embargo, estoy segura de que nos encontraremos de nuevo algún día!
Después de decir adiós a Paul, decidí ir al hospital para que me hicieran una radiografía y me revisaran la pierna. El hospital era muy básico, la enfermera que hacía mi radiografía no se quedaba ni siquiera detrás de la pantalla protectora y lo único que yo podía pensar en ese momento era “cuánto tiempo voy a vivir” al estar expuesta a toda esa radiación.
Entonces me vio un médico que me dijo que necesitaban cortar el hematoma para liberar la sangre. Dije que no había manera de que pudiera hacer eso aquí ya que mi visado se estaba agotando y sólo me quedaban dos semanas para llegar a Rusia. Me recetó algunos antibióticos y me recomendó dos semanas de descanso. Esa no era una opción para mí, así que tras 2 días, de descanso me puse en marcha otra vez. Por alguna razón rondaba en mi cabeza que alguien me había dicho que la Ruta del Norte era principalmente asfalto. Así que decidí dirigirme hacia el norte con la esperanza de que llegaría a la frontera en 5 días sin forzar mi pierna. ¡Ay, qué equivocada estaba!
La mitad
Comenzó con una carretera muy agradable de Harhorin a In-Uul.
Me desvié del asfalto para ver el volcán y el lago Terkhiin Tsagaan, en donde volví a caer de la moto. Esta vez en el momento más embarazoso posible (mientras un grupo entero de motoristas de un tour ADV venían detrás siguiéndome). Al menos fueron capaces de ayudarme rápidamente a recoger a Chillie! Pero todo este esfuerzo valió la pena… el camping cercano al lago era perfecto!
A la mañana siguiente paré a almorzar en In Uul, donde un maestro local se unió a mí para comer. Era la única persona que había encontrado que hablaba un inglés decente desde UlanBaatar. Fue genial escuchar sus historias sobre el pueblo y su familia. También me comentó que el camino fuera de la ciudad era muy malo. “Hmm, ¿qué tan malo podría ser? … e incluso si es así ¿a quién le importa? ¡De todos modos, en 300 km alcanzaré el asfalto en la ruta del norte! “, pensé con confianza.
Los siguientes 50 km, fueron una pista mezcla de mala grava y asfalto después de lo cual empezó a ponerse bastante arenosa. Vi algunas motos que venían en la otra dirección y me emocioné mucho!
Resultó que eran motoristas mongoles ADV de Ulanbaatar, lo que para mí fue una sorpresa. Tuvimos una agradable charla sobre motos y neumáticos después de lo cual me advirtieron que tenía ante mí 200 km de arena. Sentí toda la sangre corriendo a mi cerebro en este momento, pero lo mantuve fresco, desinflé mis neumáticos, me despedí de mis nuevos compañeros y seguí adelante.
Por suerte la arena no era demasiado profunda y rápidamente comprendí que es mucho más difícil dar lentamente bandazos con tanto peso que directamente pilotar sin pararse. Puse la segunda y conduje firmemente a una velocidad de 20 – 40km/h.
Me llevó 2 días hacer esos 200km y no me caí de Chillie, lo cual fue todo un logro ya que hasta ese momento Chillie había estado en horizontal, de promedio, un par de veces al día. Supongo que la arena más peligrosa es la arena que no esperas. Pero una vez que sabes que está por delante, puedes prepararte mentalmente y recorrerla de forma constante sin sobresaltos. Durante esos dos días mi “fobia a la arena” desapareció para siempre! Como se suele decir, lo que no te mata, te hace más fuerte!
En el camino se me apareció un pequeño oasis! Y esa es la belleza de Mongolia (se puede viajar a través del desierto durante días y de repente, de la nada, se ve un pequeño parche de paraíso con verde hierba y altos árboles). Ser capaz de sentarse en la hierba verde a la sombra de los árboles y encender un fuego es la felicidad. Esto es exactamente lo que necesitaba después de mi todo el día de “entrenamiento de arena”!
La Ruta Norte
Cuanto más cerca estaba de llegar a la Ruta del Norte, mejores eran las condiciones de la carretera que estaba recorriendo, lo que supuso que me emocionara por ver al fin algo de asfalto. De hecho, estaba tan emocionada que lo único que podía pensar era besarlo cuando la vi. Hasta tenía mi cámara de acción lista y todo!
Y finalmente llegué allí. “¿Qué demonios? Esto no es un camino pavimentado! “, No puedo expresar la decepción que estaba sintiendo. Mi pierna estaba hinchada como un globo y todavía tenía por delante 800 km para llegar a la frontera. Así que pensé para mí misma: “Es lo que es, no tengo elección, tengo que continuar” y me pasó la frustración muy rápidamente. Me uní a la Ruta del Norte cerca de Tasageen-Uul y conduje hasta tarde durante otros 70 km. Después de 11 horas de montar en moto estaba bastante agotada física y emocionalmente, por lo que me tomé un pequeño descanso a un lado de la carretera para trastear mi Spot GPS Tracker.
Pude ver que un coche venía en dirección contraria, así que lo detuve para preguntar cuántos kilómetros quedaban hasta el asfalto. Un anciano mongol me respondió en ruso: “No hay asfalto hasta llegar a Ulaaangom” (que está a 500 km). Le di las gracias y conduje totalmente desalentada. Después de un 1 km me di cuenta de que el Spot GPS ya no estaba en el bolsillo de la manga de mi chaqueta. ‘Jo…r´, esta es la última cosa que necesitaba que me pasara!
Di la vuelta y seguí las huellas de mis neumáticos hasta el lugar donde había descansado, con la esperanza de que sería fácil encontrar un dispositivo naranja en la grava. Pero no pude encontrarlo. Puse mi moto en la pata de cabra y tuve un auténtico colapso. Me sentía desesperada. Estaba en medio de la nada con una pierna herida, a días de conducción de la civilización, y no soy capaz de notificar a mi familia y amigos que estoy bien. Al cabo de unos minutos de llorar como un bebé me recuperé, encendí la moto y volví de nuevo a buscar el Spot. A unos 500m finalmente lo vi. ¡Estaba tirado en el suelo como si nada hubiera pasado! Lo cogí, lo sacudí y lo guardé en la manga.
Me sentí muy aliviada.
Se estaba haciendo tarde y la idea de montar la tienda no era muy atractiva. Pensé que tal vez ese era el día en que debiera de alojarme con los lugareños! Busqué un Ger que me sirviera para bastante tiempo y finalmente localicé uno que no estaba demasiado lejos de la carretera. Me detuve frente a las puertas y salió un joven. Hizo un gesto con la mano para entrar.
Una pareja de ancianos estaba sentado en el suelo bebiendo té, me dieron la bienvenida y me ofrecieron una taza. Compartí con ellos mis golosinas y pan dulce. Pronto los vecinos vinieron a visitarme para ver mi moto y compararla con las suyas…
Nadie sabía inglés o ruso así que intentamos comunicarnos con gestos. Saqué mi globo y les mostré el camino por el que había viajado hasta llegar allí.
Se hacía tarde y podían ver que estaba agotada y que algo malo le pasaba a mi pierna, así que señalaron el suelo y me dijeron que podía dormir allí si lo deseaba. ¡Gracias a dios! Eso era lo que necesitaba exactamente en ese momento. Inflé el colchón, preparé mi cama, me puse los tapones para los oídos y me recosté.
Todavía había bullicio en el Ger y durante un buen rato hubo gente entrando y saliendo, pero yo estaba acostada con un saco de dormir sobre mi cabeza y finalmente me quedé dormida.
A la mañana siguiente la señora de la casa se levantó a las 6 de la mañana para ordeñar las vacas. Me levanté para unirme a ella y comprobar cómo se hace. Su nieto la estaba ayudando mientras el marido se sentaba cómodamente en la cama viendo la televisión o rezando.
El tiempo empeoró y empezó a llover, pero por fortuna la familia me ofreció quedarme otra noche. Acepté de buen grado y pensé que sería una gran oportunidad de conocerlos mejor.
Por la tarde tuvimos más visitantes en el Ger. Por un momento pensé que era una fiesta pública, pero luego me di cuenta de que todos venían para poder verme.
Unos de los primeros visitantes fueron los parientes de la familia, una pareja encantadora con una niñita preciosa.
El marido parecía ser una especie de médico local sin formación y quiso echar un vistazo a mi pierna. Preparó una compresa especial hecha de té y confiaba en que la cirugía no sería necesaria.
Soy un poco escéptica con la medicina natural, pero en ese momento, necesitaba con urgencia la esperanza de curarme. Pero mis esperanzas se desvanecieron poco después, cuando vi cómo curaba a la señora de la casa de sus dolores. Drenó su sangre para liberar la tensión de la misma. Ay chico, no me inspiró mucha confianza en las capacidades de la medicina del té.
Mientras todos los hombres tomaban una copa y por norma general disfrutaban, las mujeres cocinaban, hacían algún trabajo doméstico y otras tareas diarias.
Hubo un momento en que todo el mundo salió y me quedé en el Ger con el médico de familia, que tras mucho alcohol se puso excesivamente amable. Se sentó a mi lado e intentó besarme. “¿Qué diablos…, me estás tomando el pelo?” pensé, y salté. Pero él seguía insistiendo, así que lo besé en la mejilla y me alejé; por suerte los otros volvieron a entrar. Yo estaba tan molesta y disgustada que sólo quería salir de allí tan pronto como fuera posible. Pero el tiempo seguía siendo pésimo, así que tuve que esperar hasta el día siguiente.
Cuanto más tarde se estaba haciendo más abarrotado estaba el Ger. Cuanto más vodka bebían, más ruidoso era. En algún momento llegó a haber unas 12 personas allí metidas y uno tras otro comenzaron a vomitar y a desmayarse. ¡Qué pesadilla! Para colmo empecé a sentirme mal, no sé si estaba enferma debido a la comida o por causa de ese ambiente borracho, sofocante. Me arrastré hasta un rincón con la esperanza de quedarme sola. Pero la fiesta seguía y la gente seguía tropezando conmigo. Finalmente, después de un largo período de tiempo, se calmó, las mujeres comenzaron a poner colchones y abrigos en el suelo para que todos los “animales de fiesta” pudieran acostarse.
Cerca de las 7 de la mañana, el ruido me despertó de mi sueño. “Jesús, ¿no tienen resaca, cómo tienen tanta energía después de una noche tan larga?” Una vez que todos evacuaron me levanté y salí corriendo y vomité. La familia me miró con lástima y me dijo que volviera a la cama, pero estaba decidida a marcharme. Aunque me sentía fatal y el clima era todavía pésimo, ya había tenido suficiente. No podría sobrevivir una noche más como esa. Le di las gracias a mi anfitriona por el desayuno, pero no podía ver ningún plato de comida. Empaquetar todo fue una verdadera lucha, aunque no me estaba moviendo no tenía energías. Por fin conseguí tener la moto lista y me di cuenta de que no había ninguna posibilidad de que pudiera montar así, volví al Ger y le pregunté a la familia si podía sentarme un par de horas a descansar un poco. Ellos accedieron amablemente.
Me desperté a mediodía y pude ver la lluvia caer en el agujero del techo del Ger. Miré alrededor y pude ver a la esposa descansando en la cama (todavía estaba padeciendo por su dolor de muelas). Saqué mi botiquín de primeros auxilios y le di unos analgésicos con codeína, después de lo cual ambas volvimos a dormir. Fue un día perdido para ambas.
Fue un día tranquilo en el Ger, así que me quedé descansando. Me desperté de nuevo más tarde por la noche, le pregunté a la esposa cómo estaba su diente y me mostró un pulgar hacia arriba. Le di el resto de los analgésicos y se vio tan aliviada que a cambio me obsequió con algunos dulces.
Dormí toda la noche sin distracciones y me desperté por la mañana con mucho mejor ánimo. A las 7 de la mañana estaba lista para marcharme. Me despedí de mis anfitriones y salí.
El camino era bastante pintoresco, un poco enfangado a veces con muchas montañas y unos pocos arroyos sencillos. También de vez en cuando me encontraba con tramos cortos de arena. La mayor parte del tiempo podía ir a 60 km/h, lo que hacía sentirme súper rápida tras estos días de conducción tan lenta. No importaba la velocidad a la que iba, estaba feliz de seguir avanzando.
Y mientras iba pensando en mí misma “estoy conduciendo por la arena como una verdadera profesional! … para bajo listón” jajaja! Estaba subiendo una pequeña colina y vi un tronco al otro lado de la carretera. Al instante apreté el freno delantero y nos fuimos al suelo: “¡Maldita sea, quién coloco esto aquí?!” Me llevó unos 20 minutos levantar a Chillie: tuve que quitar todo el equipaje y, por supuesto, comprobar todo (algo que normalmente lleva su tiempo).
Después de 10 hrs y 200 km, era hora de buscar un sitio para acampar. Podía ver en mi GPS que no muy lejos de allí había un pequeño lago. El camino fue bastante arenoso, pero valió la pena
Instalé mi tienda cerca de los camellos y me dirigí hacia el agua ya que me moría por refrescarme.
Después de 6 días sin ducharme importaba para nada cómo de sucio estaba el charco o si muchos camellos habían cagado allí. Simplemente corrí hacia él y me senté en sus turbias aguas.
¡Después volví a mi tienda para elevar la pierna tal como el médico me había recetado! Más tarde pude oír fuera de la tienda a la gente con sus caballos, pidiéndome que saliera. No había forma de que quisiera tener contacto con alguien ese día. Mi tienda era mi fortaleza, no se me pasaba por la cabeza que nadie me molestara.
Afortunadamente para mí nadie lo hizo, pero más tarde conocí a un motorista en Kazajstán, que me contó una historia de cómo dos hombres mongoles abrieron su tienda y se acostaron con él dentro. Estoy muy contenta de no saberlo aún en aquel momento!
La noche fue muy ventosa y me desperté por la mañana cubierta de arena. Cuando salí de la tienda pude ver cómo se acercaba una tormenta. Creo que esa vez puede haber sido la ocasión en la que más rápido he hecho el equipaje. Tenía la intuición de que si podía continuar hacia el oeste con la suficiente rapidez, podría superar la tormenta. Al salir del lago me topé con un gran tramo de arena profunda. Pero estar atrapada en esta tormenta de arena era simplemente mágico así que me detuve para sacar una foto…
Inmediatamente después de aquello percibí que estaba seriamente atascada. Hora del “Céntrate Kinga”… Estaba apenas a medio camino de la colina arenosa y la carretera se volvía buena de nuevo… un poco ondulante, pero me las arreglé para pilotar a una velocidad máxima de 80 km/h. ¡Esto era lo más rápido a lo que había ido en semanas! Muy emocionante.
Tenía que avanzar sólo 50 km hasta la ciudad, cuando me encontré con un mongol pastoreando al ganado por la carretera; estaba agitando las manos. Pensé que necesitaría ayuda, por lo que me detuve cerca de él. Agarró mi manillar y empezó a gritar. Al instante arranqué pensando que eso no estaba bien y lo vi a través de mis espejos. Saltó sobre su moto y comenzó a perseguirme. Maldita sea, esta es la primera vez en mi vida que me han perseguido! ¡Claramente este individuo es un chiflado! Aceleré a 80 km/h y estaba segura de que no sería capaz de alcanzarme en su pequeña moto china!
Bueno, fue todo una gran evasión hasta que llegué al lecho arenoso del río seco! Si no hubiera estado tan nerviosa cruzando ese tramo no hubiera sido un problema, pero me asusté y me caí. Poco después, el hombre que me perseguía llegó, continuaba gritando. No supe hacer otra cosa que gritarle también. Recoger mi moto en estas condiciones normalmente me llevaría unos 20 min (tendría que recoger todo el equipaje pero no creía que todo aquello pudiera hacerlo tranquilamente en aquellas circunstancias). Así que grité a mi agresor y le dije que me ayudara a recoger mi moto.
Me quedé totalmente sorprendida cuando lo hizo, pero por supuesto me hizo una señal que indicaba que quería dinero. Perdí completamente el discurso y le dije que no recibiría dinero de mí. Eso no le gustó, así que me empezó a lanzar piedras. No pude pensar en otra cosa que hacer sino apuntar a la cámara Sena de mi casco y gritar “¡Policía!” Claramente entendió esa palabra y dio un paso atrás, aunque eso no le impidió recoger unas cuantas piedras más y tirármelas mientras me marchaba.
Me llevó un buen rato calmarme pero por suerte Ulaangon, no estaba demasiado lejos! Durante todo el trayecto iba pensando para mis adentros “Soy una mierda de aventurera, me voy a alojar esta noche en el mejor hotel de la ciudad!” Resultó que no había muchos hoteles y la mejor habitación de la ciudad solamente costaba 20$ ! ¡Di en el clavo!
Al final pude tener mi anhelada ducha e instantáneamente me sentí mucho mejor. Con una cerveza fría en mi mano comencé a planear el camino a la frontera (si tomo el atajo que va a lo largo de la frontera rusa), serán solamente 250 kilómetros hasta el paso de la frontera. ¡Brillante!
El oeste
Poco después de completar mis viajes mongoles aprendí, de otros motoristas que no se debe ir por el atajo que va a lo largo de la frontera rusa, al parecer todo el mundo que investiga sobre esto lo sabe, pero yo no, no tengo tiempo para investigar! Sólo me dejo llevar … literalmente!
Comencé con mucha ilusión… 50 km, de asfalto fuera de la ciudad parecía algo prometedor. “Esto es muy bueno, a la hora del almuerzo debería estar en la frontera”, me sonreía a mí misma. Pronto se hizo evidente que la “carretera principal” en mi GPS se convirtió en tierra a través de la cordillera. Las montañas se veían impresionantes, así que estaba muy contenta con ese desvío.
Después de unos pocos kilómetros se puso aún mejor, llegué al lago Uureg. Un lugar absolutamente impresionante (cielo, montañas, desierto). Qué gran despedida de Mongolia, pensé.
Luego había otra cordillera, pero no me detuve para hacer fotos ¡Tenía la misión de llegar ese día a la frontera!
Y de repente un enorme río apareció frente a mí: “¡Qué demonios!” ¡Parecía ser muy profundo!. Dejé la moto y caminé por el río. El fondo de este era grava (que es lo peor, es muy resbaladiza). Y la corriente era muy fuerte, pero había un tramo estrecho que estaba justo sobre mis rodillas. Pero estaba completamente asustada (si la corriente me empujaba en este paso estrecho, ahogaría la moto).
Di la vuelta y decidí ver el resto de la orilla del río. Estuve yendo para arriba y para abajo por el río durante 2 h. y en cualquier otro sitio parecía ser más profundo. Por primera vez en este viaje eché en falta un compañero, me llené de lágrimas de nuevo (si sólo tuviera a alguien que me viera y me ayudara a recoger mi moto si caía en un lugar profundo).
Pero mi rebelde espíritu interior habló y me dijo: “¡Pfft, sólo ve a por ello, estarás bien!” Cogí todo el equipaje, excepto las maletas laterales, y allá fui. Metí la moto lentamente por el río, poco a poco… y resultó que no era tan difícil. “Bien hecho Chillie, lo hicimos!” Hice un pequeño baile de la victoria una vez que llegamos al otro lado! Volví a cruzar el río un par de veces para coger mi equipo, colocarlo de nuevo y arranqué de nuevo con una sonrisa en la cara.
Pero mi felicidad sólo duró 30 kilómetros, hasta que llegué al siguiente río. “¡No puedo creer esto, no hay forma de poder cruzar este!. ”El río era tan profundo que ni siquiera un camión podría pasar… ni siquiera me molesté en cruzarlo porque probablemente me habría ahogado”. Mientras viajaba a lo largo de la orilla buscando un paso menos profundo, vi a un joven montado a caballo.
Lo detuve para preguntarle si conocía un lugar por el que pudiera cruzar el río. Afortunadamente hablaba un poco de ruso y me dijo que lo siguiera. Dejamos la carretera y fuimos a través de unos cuantos arbustos gruesos con un montón de pequeños árboles. Las ramas de los árboles eran tan bajas que me golpeaban y me empujaban de la moto. Había un par de pequeños arroyos con terraplenes escarpados, en los que mi guía tuvo que empujarme. Tuve que dejar caer la moto en un par de ocasiones, y seguía pensando que aquello era un desastre y que a dónde demonios me estaba llevando!
Después de un buenos 20 minutos de tortura finalmente, se detuvo, se bajó de su caballo y comenzó a desnudarse, señaló a la hierba y me dijo que íbamos a parar allí! De repente, hice clic, ya sabía para lo que me había llevado a ese sitio – ¡era una trampa! No había manera de que pudiera salir de allí por mi cuenta lo suficientemente rápido como para escapar y estaba demasiado agotada emocionalmente para incluso enfadarme.
Empecé a llorar y le dije que si me llevaba a la carretera principal le pagaría algo de dinero. Afortunadamente, eso funcionó. Se vistió y me guió de vuelta; una vez que estábamos en la carretera le di el dinero de inmediato … Sólo quería que desapareciera. Una vez que se fue, tuve un colapso total. No tenía ni idea de a dónde ir y qué hacer. Me recuperé al cabo de unos minutos y decidí retroceder. Revisé mi mapa de nuevo y pude ver que había un camino no muy lejos del primer río que se unía a la carretera principal de Ulgii después de unos 70 km. Crucé el primer río con mucha más confianza y seguí por la orilla… ¡poco después… allí estaba! ¡Un pequeño puente! Genial, aunque un poco tarde!
Miré el GPS y me di cuenta de que estaba yendo por el camino erróneo, el que necesitaba estaba más al norte; no parecía demasiado lejos, así que decidí coger un atajo a través de los arbustos y la hierba.
Después de conducir durante 20 minutos, empecé a asustarme. Estaba paseando por un jodido desierto sin tener ni idea de lo lejos que estaba de la carretera. Se estaba haciendo tarde y empecé a perder la cabeza! Paré la moto y empecé a hablar conmigo misma a través de mis lágrimas: ¿dónde diablos estoy, cómo voy a llegar a la carretera principal, y si la moto se rompe – nadie podrá encontrarme aquí.
El sol ya estaba muy bajo, sabía que sólo tenía cerca de media hora de luz diurna, así que necesitaba apresurarme para instalar la tienda. Había toneladas de mosquitos a mi alrededor, así que me dejé puestos el casco, la chaqueta y los guantes hasta que la preparé por completo. Todo este tiempo hasta que me quedé dormida, me dije a mí misma “Todo va a estar bien, un día más y estarás fuera de aquí”. En serio perdí la cabeza ese día.
De alguna manera dormí durante la noche y me desperté a las 6 de la mañana con mucho mejor ánimo. Necesitaba completar mi misión ese día, ¡necesitaba salir de allí! Rápidamente empaqueté, subí a la moto y salí en la dirección que esperaba fuera la correcta.
Después de una hora de vagar a través de los árboles vi una estrecha línea entre los arbustos! Yujuuu, es un camino! Finalmente, mi GPS localizó mi ubicación y calculó 140 km hasta llegar a Ulgii. ¡Oh, Dios mío, estaba tan aliviada, que al fin me veía saliendo de aquello! El camino era bastante ondulado con un montón de polvo por los bueyes, pero no me importó y fui conduciendo tan rápido como pude!
Cuando alcancé un camión pude ver desde lejos una motocicleta con el faro encendido – debe ser un motorista adv! Y cuando ya estuve más cerca pude ver que el motorista estaba agitando sus manos hacia mí. Nos detuvimos en el mismo lado de la carretera. -¡Hola Kinga! -dijo. Oír mi nombre de un completo extraño en medio de la nada en Mongolia era lo último que esperaba. “¡Era Abi, habíamos intercambiado algunos mensajes en Instagram hacía un par de días!”, “Oh, está bien, encantada de conocerle, compañero!” Después de charlar sobre nuestros planes y experiencias nos hicimos una foto juntos y nos despedimos.
Ya era la hora del almuerzo cuando llegué a Ulgii, pero no tuve tiempo para almorzar, recorrí rápidamente la ciudad, sólo tenía que girar a la izquierda y hacer 100 kilómetros hasta la frontera.
El cruce de fronteras me llevó alrededor de 4 horas (la hora del almuerzo no es el mejor momento para cruzar). Pero no me importó, esperé felizmente y cuando finalmente llegué a Rusia pensé que iba a besar su suelo. Sentía que me despertaba de una mala pesadilla y me sentí aliviada como si sólo hubiera sido un sueño.
Resumen
Me llevó tiempo quitarme de encima todas las malas experiencias con esos hombres mongoles. Pero a pesar de todo valió la pena! Había soñado con ir en moto a través de Mongolia, desde hacía años y conducir a través de esos remotos y desafiantes paisajes fue una experiencia increíble que me dio un gran sentido del logro. Sin averías, sin neumáticos planos y sólo me hice una pequeña una lesión! Tratar con algunas personas fue decepcionante, pero supongo que tuve la mala suerte de toparme con ellos en mi camino. ¿Lo haría otra vez? Diablos, sí!
Consejos:
Recomiendo encarecidamente este mapa que conseguí en Ebay. Es el mapa más detallado que he encontrado. Y hazme caso, en Mongolia no te puedes fiar sólo de tu GPS!
Dinero: Obtener dinero en efectivo de cajeros automáticos no fue un problema y se puede encontrar un cajero automático en todas las ciudades.
Gasolina: No hay problema con el combustible. Los pueblos más grandes tendrán una o dos gasolineras. La distancia más larga entre las gasolineras era de 250 km.
El tiempo: Estaba un poco preocupada por el clima en mayo, pero tuve suerte (la mayor parte del tiempo fue muy soleado, 15-30 grados)
Comida: es muy básica, sencilla y muy barata (2-5€ por comida). Enfermé una vez pero sospecho que fue a causa de la leche en mi té.
En números
Duración: 27 días
Total km: 3592 km (2000 km por tierra)
Gracias a Kinga Tanajewska, por este artículo y consejos, aventura, con mayúsculas
Traducción: By MAYAM