Muchos motociclistas se enfrentan a un momento en el que consideran dejar de lado su pasión por la moto. Esta decisión no suele ser simple, ya que el motociclismo es más que un simple pasatiempo; es una forma de vida, una fuente de libertad y camaradería. Sin embargo, con el tiempo, una combinación de factores físicos y mentales, junto con cambios en el estilo de vida, puede llevar a que muchos decidan bajarse de sus motos.
Factores físicos
El envejecimiento afecta directamente la capacidad física necesaria para pilotar una moto de forma segura. Estos son algunos de los aspectos más relevantes:
- Pérdida de fuerza y resistencia: Las motos, especialmente las más grandes y pesadas, requieren una considerable fuerza física para maniobrar, levantarlas del caballete o sostenerlas en paradas. Con la edad, la fuerza muscular y la resistencia disminuyen, lo que puede hacer estas tareas más difíciles y agotadoras.
- Problemas de visión: La agudeza visual, la visión nocturna y la percepción de la profundidad se deterioran con el tiempo. Estos aspectos son cruciales para anticipar obstáculos, reaccionar a tiempo y pilotar en condiciones de poca luz.
- Dolores crónicos y artritis: El pilotaje, especialmente en viajes largos, puede exacerbar problemas de articulaciones en rodillas, muñecas y espalda. La posición de pilotaje y la vibración constante de la moto pueden ser muy incómodas para quienes sufren de artritis o dolores crónicos.
- Reflejos más lentos: El tiempo de reacción disminuye con la edad. En situaciones de emergencia, un reflejo rápido puede marcar la diferencia entre evitar un accidente y tener una caída.
- Reducción del equilibrio: El sentido del equilibrio puede verse afectado, lo que hace más difícil mantener la moto estable a baja velocidad o al detenerse.
Factores mentales y emocionales
Más allá de los desafíos físicos, la mente del motociclista también juega un papel fundamental en esta decisión.
- Aumento de la conciencia del riesgo: Mientras que en la juventud se puede tener una actitud de «nada me pasará», con la edad y la experiencia, la percepción del riesgo cambia. Los moteros son más conscientes de las consecuencias de un accidente, tanto para ellos mismos como para sus familias.
- Impacto de los accidentes: Un motociclista que ha sufrido un accidente, o ha visto a compañeros sufrir uno, puede desarrollar un miedo o una aversión al riesgo que le haga replantearse si seguir pilotando vale la pena.
- Sensación de vulnerabilidad: A diferencia de un coche, la moto no ofrece protección estructural. A medida que se envejece, esta falta de protección puede volverse una preocupación constante, especialmente en el tráfico denso.
- Cambio de prioridades: La vida evoluciona. La llegada de la familia, los nietos o la necesidad de cuidar de seres queridos pueden hacer que el motociclismo pase a un segundo plano. La responsabilidad familiar a menudo pesa más que la adrenalina de la carretera.
Comentarios
Los especialistas en seguridad vial, médicos deportivos y psicólogos coinciden en que la decisión de dejar de pilotar es un proceso natural y personal.
- Especialistas en seguridad vial: «Es crucial que un motociclista se evalúe honestamente. Si nota que sus reflejos no son lo que eran, o que se siente más ansioso en la carretera, es una señal de que debe considerar reducir la marcha o, en su defecto, dejarlo por completo. La seguridad es lo primero.»
- Médicos y fisioterapeutas: «La pérdida de fuerza y flexibilidad es un proceso natural. Aconsejamos a los motociclistas mayores que se mantengan activos con ejercicios específicos para fortalecer el tronco y mejorar la movilidad de las articulaciones. Sin embargo, si el dolor se vuelve crónico y limita la capacidad de controlar la moto, es momento de buscar otras actividades.»
- Psicólogos: «El motociclismo es una parte importante de la identidad de muchas personas. Dejarlo puede ser como un duelo. Es importante reconocer estos sentimientos y buscar nuevas pasiones que llenen ese vacío, como otras aficiones, viajes o deportes menos arriesgados. La vida después de la moto puede ser igual de plena.»
En resumen, la decisión de dejar de pilotar una moto no es un signo de debilidad, sino de sabiduría. Es un acto de responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás, priorizando la seguridad y el bienestar por encima de la pasión. La carretera siempre estará ahí, pero la vida y la salud son irremplazables.
Dejar de montar en moto es una decisión muy personal y a menudo compleja, que puede estar motivada por diversas razones, muchas de ellas relacionadas con la evolución de la vida y las prioridades de cada uno.
¿Qué motiva a un motero a dejar la moto?
Las razones más comunes suelen ser una combinación de factores externos e internos:
- Riesgo y seguridad: Es, sin duda, uno de los principales motivos. Un susto, un accidente (propio o de un amigo) o simplemente la conciencia del peligro inherente al pilotaje puede hacer que el miedo se imponga sobre la pasión. La percepción del riesgo cambia a lo largo de la vida, especialmente con la llegada de responsabilidades familiares.
- Factores familiares: La llegada de los hijos, la presión de la pareja o de la familia para que se deje una afición tan arriesgada es un factor decisivo para muchos. La sensación de «responsabilidad» se convierte en un peso que puede superar al placer de pilotar.
- Problemas de salud: Con el paso de los años, es común que aparezcan dolencias físicas (problemas de espalda, rodillas, etc…) que dificultan el pilotaje. La pérdida de reflejos o la disminución de la fuerza física también son motivos que pueden influir en esta decisión.
- Cuestiones económicas: Mantener una moto es un gasto constante: seguro, gasolina, mantenimiento, equipamiento. Para algunas personas, estos costes pueden dejar de ser asumibles o se priorizan otros gastos.
- Pérdida de la «chispa»: A veces, la motivación simplemente desaparece. El placer de la pilotar se diluye y la afición deja de ser una prioridad.
¿A qué edades suele aparecer ese sentimiento de dejar la moto?
No hay una edad fija, pero el sentimiento de querer dejar la moto suele surgir en varias etapas de la vida:
- Entre los 30 y 40 años: Es la época en la que muchas personas se asientan, forman una familia y asumen mayores responsabilidades laborales y personales. El miedo al riesgo se acentúa en este periodo, siendo la «presión familiar» una causa frecuente para la venta de la moto.
- A partir de los 50 o 60 años: En esta fase, los motivos suelen estar más relacionados con la salud. La conciencia de que los reflejos no son los mismos, junto con las limitaciones físicas, llevan a muchos a tomar la decisión de dejar la moto.
¿Qué siente un motero al dejar de pilotar?
Dejar la moto no es solo una decisión logística, es un proceso emocional. La relación entre un motero y su moto es muy profunda, y su abandono puede generar sentimientos complejos:
- Nostalgia y tristeza: La moto no es solo un vehículo; es una forma de vida, una fuente de libertad, una forma de socializar y una pasión. Su venta o abandono puede generar un sentimiento de pérdida y añoranza por las sensaciones vividas.
- Alivio: Para algunos, la decisión de dejar la moto, especialmente si ha sido motivada por el miedo a un accidente, puede ser un alivio. Se liberan de una preocupación constante y de la presión que sentían.
- Sensación de «retirada»: A muchos moteros les cuesta aceptar que su cuerpo o sus circunstancias ya no les permiten disfrutar de su pasión. Puede sentirse como una rendición o el final de una etapa importante en su vida.
- Sentimiento de pertenencia: Un motero es parte de una comunidad. Al dejar la moto, también se aleja de las rutas, los encuentros y las amistades que se forman alrededor de esta afición.
Aun así, un motero «lo es para siempre, con moto o sin ella». Muchos siguen conectados a la comunidad, y esa pasión por las dos ruedas nunca se apaga del todo.
By MAYAM