Explorar los Dolomitas en moto es una experiencia única, pensada para quienes buscan aventura entre paisajes alpinos de ensueño y curvas infinitas. La región ofrece carreteras impecables, bien señalizadas y con vistas panorámicas que dejan sin aliento. Entre los puertos de montaña más emblemáticos destacan el Passo Pordoi, famoso por sus 33 paellas de herradura y su conexión con la historia del Giro de Italia; el Passo Gardena, que serpentea a través de prados verdes y paredes rocosas; y el Passo Sella, coloso entre valles glaciares y picos escarpados.
La ruta más famosa para motociclistas es la conocida como “Sellaronda”, un circuito que enlaza cuatro pasos míticos: Sella, Gardena, Pordoi y Campolongo. Recorrerla en moto permite disfrutar de la emoción de enlazar curvas, detenerse en miradores espectaculares y visitar pueblos pintorescos como Canazei, Corvara y Arabba, donde la cultura se mezcla con la hospitalidad alpina.
Las carreteras de los Dolomitas están generalmente en excelente estado, aunque pueden ser estrechos y exigentes, especialmente en temporada alta o durante el deshielo de primavera. El tráfico de ciclistas y automóviles es común en verano, por lo que es recomendable salir temprano y evitar las horas pico. El clima puede ser impredecible; se recomienda llevar ropa adecuada y revisar el pronóstico antes de salir.
Entre los lugares emblemáticos que no deben faltar en la ruta destacan la Marmolada, la cumbre más alta de los Dolomitas; el Lago di Carezza, célebre por sus aguas de color esmeralda; y el pequeño pueblo de Ortisei, conocido por su artesanía en madera. Cada curva y cada paso revelan una nueva postal, ya sea de acantilados de roca dorada al atardecer, bosques espesos o valles salpicados de caseríos.
Viajar en moto por los Dolomitas significa alternar entre la emoción de pilotar y la contemplación de paisajes únicos. Las estaciones de servicio y áreas de descanso suelen estar bien distribuidas, aunque conviene planificar las paradas, especialmente en rutas menos transitadas. Dormir en refugios de montaña o pequeños hoteles familiares añade autenticidad y permite gozar de la cocina local: canederli, speck y excelentes vinos tiroleses.
En definitiva, recorrer los Dolomitas en moto es sumergirse en un escenario natural y cultural incomparable, donde cada jornada se convierte en una hazaña inolvidable sobre dos ruedas.
Para quienes planean llegar a los Dolomitas en moto, existen varias rutas de acceso dependiendo del punto de partida. Desde el norte, la autopista del Brennero (A22) conecta Alemania y Austria con Bolzano, una de las principales puertas de entrada a la región. Desde el sur, se puede tomar la A27 hasta Belluno o la A4 pasando por Verona y Trento, rutas bien mantenidas y con paisajes que anticipan la majestuosidad alpina. Aquellas personas que viajan desde otros países pueden considerar transportar la moto en tren hasta ciudades como Múnich o Milán y desde ahí iniciar la aventura sobre dos ruedas.
Recorrer los puertos de montaña implica algo más que solo pilotar: es entregarse a la sinfonía de curvas, pendientes y altitudes cambiantes. Lo ideal es planear tramos diarios cortos, salir sobre las 8 de la mañana y sobre las 17 horas, más o menos, estar de vuelta en el hotel, esto te dará tiempo para explorar cada paso, hacer paradas fotográficas y disfrutar de los pequeños pueblos donde la tradición y la modernidad conviven. Los puertos pueden recorrerse en sentido horario o antihorario; cada opción ofrece diferentes perspectivas de las montañas y de la luz sobre los valles. Equipar la moto con maletas ligeras y sistemas de navegación ayuda a tener una experiencia más cómoda y segura, y no está de más llevar consigo herramientas básicas, pues las estaciones de servicio pueden ser escasas en las rutas altas.
La mejor época para recorrer los Dolomitas en moto es entre junio y septiembre, cuando los pasos de montaña suelen estar completamente abiertos y el clima es más benigno. La primavera y el otoño ofrecen paisajes espectaculares, con la explosión de flores alpinas o el fuego dorado de los bosques, pero es más probable encontrar pasos cerrados por la nieve. En pleno verano, es recomendable madrugar para evitar tanto el tráfico como el calor en los valles bajos; además, se pueden disfrutar las terrazas y jardines de los refugios, ideales para una pausa con vistas.
Sobre viajar en solitario o en grupo, ambas opciones tienen sus atractivos. Quien recorre los Dolomitas en solitario goza de una libertad absoluta para improvisar, detenerse a contemplar el paisaje o perderse en pequeños caminos secundarios. El viaje en grupo, por otro lado, ofrece compañía, apoyo técnico y la posibilidad de compartir la emoción de cada curva y cada descubrimiento. Lo importante es elegir a compañeras y compañeros con un ritmo y expectativas similares, y mantener la comunicación clara durante la ruta.
Sin importar la modalidad, la clave está en disfrutar el trayecto tanto como el destino, dejarse sorprender por el cambio constante de escenarios y abrazar la hospitalidad de una tierra donde la moto se convierte en puente hacia la aventura y la contemplación.
Para quienes buscan emociones aún más intensas, existen variantes menos transitadas que invitan a descubrir joyas ocultas. El Passo Giau, por ejemplo, ofrece una de las vistas más sobrecogedoras de todo el macizo, con su asfalto serpenteando entre prados alpinos y afloramientos rocosos que parecen esculpidos por gigantes. El Passo Falzarego, con sus fortificaciones de la Gran Guerra y sus leyendas de montañeses, permite conectar con la historia y el espíritu indomable de la región.
El Passo dello Stelvio, aunque técnicamente fuera del corazón de los Dolomitas, es una excursión imperdible para las personas moteras experimentadas: sus 48 tornantis y sus paisajes lunares desafían cuerpo y mente, consolidando su reputación como uno de los puertos más espectaculares de Europa. A lo largo de cada ruta, la convivencia entre naturaleza y cultura es palpable: en una curva puedes encontrar un rebaño pastando al lado de campanarios centenarios, y en la siguiente, una terraza donde la música tirolesa acompaña los aromas de la gastronomía local.
Cada puerto reserva sorpresas: bancos de niebla que se disipan para revelar montañas como catedrales, encuentros con personas viajeras de todo el mundo y la satisfacción de conquistar alturas donde el silencio solo es roto por el sonido del motor y el viento. La experiencia de los Dolomitas en moto es un viaje de descubrimiento, donde el verdadero destino es la colección de recuerdos, amistades y anécdotas que se van tejiendo paso a paso, curva a curva. Así, rodar por estos puertos es convertirse, aunque sea por unos días, en protagonista de una aventura alpina sin igual.
Un viaje que no os podéis perder, disfrutareis de moto, paisajes y lugares maravillosos y si además, podéis tener días suficientes, rodar por el nombrado 9, de Andermatt ya es de traca, puertos de montaña de ensueño e infinidad de curvas, lagos, puertos, pueblos, etc…
Planificar una ruta por esos lugares es sencillo y divertido, pero, si además rodais por esas montañas, os graduareis con un “Cum Laude” (con honores, con elogios) motero, también es importante compartir esos viajes con amigos, porque disfrutareis todos y seréis felices. Venga a planificar toca, he realizado ese viaje varias veces y siempre por lugares y puertos diferentes y los recuerdos son imborrables e ideales para comentar con los que disfrutamos esos momentos y km, y, para mí, la mejor época para rodar por los Alpes o los Dolomitas, es a partir de mediados de septiembre y hasta el 15 de octubre, después si nieva y ocurre normalmente, los puertos pueden estar cerrados, en esas fechas hay poco tráfico y muchos hoteles para pernoctar y además si rodais por Suiza y si es fuera de las autopistas, no deberéis comprar la viñeta, que creo que ahora está sobre los 50 euros, una pasta que mejor gastar en gasolina y disfrutar.
By MAYAM