Esta es una experiencia visualmente gratificante, pero técnicamente desafiante. La combinación de temperaturas más bajas, humedad constante y elementos naturales sobre el asfalto convierte la adherencia en un factor crítico.
Los peligros específicos del otoño y las precauciones que todo motorista debe adoptar.
Los enemigos invisibles del otoño en la carretera secundaria
Las carreteras secundarias, a menudo flanqueadas por árboles y con menor mantenimiento que las principales, concentran los riesgos otoñales. El peligro radica en la reducción drástica y repentina de la adherencia en puntos específicos de la calzada.
El peligro cinetífico: humedad y temperatura
El asfalto comienza a enfriarse más rápidamente al anochecer y por la mañana, lo que tiene dos consecuencias directas:
Punto de rocío y humedad: La combinación de aire frío y humedad crea rocío o niebla, condensando el agua directamente sobre el asfalto. Incluso si no ha llovido, las primeras horas del día y el atardecer son críticas por la humedad superficial.
Neumáticos fríos: Los neumáticos necesitan temperatura para funcionar correctamente. En otoño, tardan más en calentarse, y en zonas de sombra o a velocidad constante, pueden perder rápidamente la temperatura ideal, reduciendo su capacidad de agarre.
El peligro biológico: hojas y barro
Las hojas y el barro son elementos naturales que, al mezclarse con el agua, forman una capa sumamente resbaladiza:
Las hojas mojadas: Funcionan como una capa de hielo negro o jabón. La cera y la celulosa de las hojas se vuelven hidrófobas. Al pasar sobre ellas, el neumático no contacta con el asfalto. El riesgo es máximo en las zonas de frenada, en el ápice de las curvas y en el centro del carril, donde se acumulan por el viento.
Barro y tierra: El agua arrastra tierra y barro de los campos adyacentes o de las entradas de fincas. Estos parches de barro sobre el asfalto son extremadamente deslizantes y pueden provocar una caída inmediata si se inclina la moto sobre ellos.
El peligro óptico: las sombras y el «Efecto Túnel»
El sol de otoño, bajo y oblicuo, proyecta largas sombras a través de los árboles, creando un efecto de luces y sombras intermitentes muy peligroso:
Adaptación visual: La vista tarda más en adaptarse a los cambios de luz bruscos. Al pasar rápidamente de una zona iluminada a una sombra profunda, la capacidad de detectar obstáculos (un bache, un animal, una mancha de aceite o hielo) se reduce drásticamente.
Microclimas de hielo: Las zonas que permanecen en sombra constante (la cara norte de la carretera o tramos encajonados) crean microclimas donde la humedad y la baja temperatura pueden mantener el asfalto helado (escarcha o hielo negro) mucho después de que el sol haya calentado el resto de la calzada.
El decálogo del motorista para pilotar con seguridad en otoño
Pilotar en otoño exige un cambio de actitud y una extrema suavidad en la ejecución. La clave está en el pilotaje preventivo y en la lectura constante del asfalto.
Preparación de la moto y el motorista
La seguridad empieza antes de arrancar.
Revisión de neumáticos: Es el factor más crítico. Asegúrate de que el dibujo está en perfecto estado (nunca cerca del límite legal) y ajusta la presión ligeramente a la baja (consulta siempre el manual) para aumentar la huella de contacto.
Calentamiento lento: Deja que el motor y, sobre todo, los neumáticos, alcancen la temperatura operativa gradualmente. Los primeros kilómetros deben hacerse a ritmo muy moderado. Evita inclinar la moto bruscamente hasta que sientas el agarre.
Visibilidad personal: Utiliza ropa con colores vivos o elementos reflectantes. En condiciones de baja luz y niebla, ser visto es tan importante como ver.
Tácticas de pilotaje (la regla de la suavidad)
Ante los peligros de la baja adherencia, la máxima es la suavidad. Todo movimiento brusco es un riesgo de caída.
La gestión de la adherencia (el gas y el freno)
Frenada suave y distancia: Aumenta la distancia de seguridad con el vehículo de delante al menos al doble. Utiliza los frenos de forma más suave y progresiva que en seco. Evita clavar el freno delantero.
Marchas largas: Siempre que sea posible, utiliza marchas ligeramente más largas de lo habitual, especialmente en curvas y zonas de baja adherencia. Esto reduce el par (fuerza de giro) de la rueda trasera y minimiza la posibilidad de que el neumático patine al abrir gas.
Gas constante: En curva, mantén un hilo de gas constante y suave para mantener la moto estable y la suspensión activa, evitando los «tiempos muertos» de aceleración cero que desestabilizan el conjunto.
La lectura del asfalto (escaneo de peligros)
Escanea el asfalto: Entrena tu vista para escanear constantemente la carretera en busca de cambios de color, brillo o textura. Una zona más oscura y brillante en la sombra o en el ápice de la curva puede ser barro, aceite, agua estancada o hielo negro.
Tratamiento de las hojas: Las hojas caídas son veneno para la moto. Si encuentras un parche de hojas, cruza sobre ellas con la moto totalmente recta, a velocidad constante y sin realizar ninguna corrección (sin frenar, sin acelerar, sin inclinar).
Trazada abierta: Evita el ápice (el punto más interior de la curva), ya que es donde más se acumulan hojas, humedad y suciedad. Adopta una trazada más abierta y conservadora para pasar por la zona más limpia del asfalto.
Actitud y adaptación a las sombras
La actitud mental es un factor decisivo ante las condiciones de baja visibilidad.
Máxima precaución en las sombras: Al acercarte a una zona de sombra profunda (un túnel de árboles), reduce la velocidad preventivamente. La sombra puede estar ocultando cualquier peligro, desde una placa de hielo hasta la mancha de humedad.
La luz baja (corta) como detección: Utiliza la luz de cruce no solo para que te vean, sino también para iluminar y contrastar mejor el estado de la calzada justo delante de la rueda, revelando brillos sospechosos.
Paciencia y flexibilidad: Si las condiciones empeoran (niebla densa, lluvia torrencial, heladas), la mejor técnica de pilotaje es reducir el ritmo hasta lo mínimo imprescindible o parar. La seguridad en moto no permite la prisa. Asume que tu tiempo de reacción es más lento en otoño y deja un mayor margen de maniobra en todo momento.
By MAYAM













