Al analizar el pilotaje en carretera, que es lo que realmente marca la diferencia y no es el género de la persona motociclista, sino factores como la experiencia, la formación recibida, el estilo personal o el tipo de moto.
Cada uno desarrolla una manera propia de enfrentarse a las curvas, gestionar la velocidad o tomar decisiones ante imprevistos, pero estas variaciones responden más a la personalidad y al aprendizaje que a cuestiones de género. Lo que sí se observa en ocasiones es que, debido a estereotipos sociales y culturales, algunas personas pueden mostrarse más cautelosas o seguras dependiendo del entorno en el que se encuentren, pero la destreza al pilotar la define la pasión, la práctica y la atención a la seguridad, sean cuales sean las circunstancias personales.
¿Por qué existe el sexismo entre moteras y moteros?
Raíces socioculturales y dinámicas del motociclismo, el sexismo entre personas aficionadas al motociclismo, sean moteras o moteros, es un reflejo de prejuicios históricos y estructuras sociales que han permeado este ámbito durante generaciones. Aunque el motociclismo es, ante todo, una pasión compartida, existen diferencias en la percepción, trato y expectativas hacia quienes participan, y estas diferencias suelen estar marcadas por estereotipos de género.
Orígenes culturales del sexismo
Durante mucho tiempo, la imagen del motociclismo estuvo asociada principalmente a lo masculino. Desde la cultura popular hasta la publicidad y los medios, la figura del motero se presentó como símbolo de rebeldía, fuerza y libertad, atributos que, por tradición, se vinculaban al género masculino. Esta representación excluyó y minimizó el papel de las mujeres en el motociclismo, relegándolas a roles secundarios o decorativos, más que como protagonistas de la experiencia.
Estereotipos y expectativas sociales
Los estereotipos de género influyen tanto en la forma en la que las personas moteras son vistas por el entorno como en cómo se perciben a sí mismas. Por ejemplo:
- Se suele considerar que los hombres tienen mayor habilidad técnica o valentía al manillar, mientras que las mujeres son percibidas como más cautelosas o menos arriesgadas.
- Las personas moteras pueden enfrentar comentarios que cuestionan su capacidad o su afición, como si su presencia en el mundo del motor precisara de justificación o demostración constante.
- El diseño de la ropa y los accesorios muchas veces prioriza el público masculino, dejando opciones limitadas para mujeres, lo que refuerza la idea de que el motociclismo no es «para ellas».
Dinámicas de grupo y discriminación
En concentraciones, eventos o clubes, a menudo se reproducen dinámicas en las que la autoridad y la experiencia son atribuidas en función del género. No es raro que personas moteras tengan que demostrar su destreza dos veces ante la mirada de sus pares, o que sus logros sean minimizados o puestos en duda. El lenguaje y las bromas pueden contribuir a un ambiente excluyente, aunque a veces se presenten como parte del folclor del motociclismo.
Cambios en la actualidad
A pesar de todo, las últimas décadas han visto un aumento notable en la presencia y visibilidad de mujeres en el motociclismo. Grupos, foros y asociaciones han surgido para promover la igualdad y generar espacios de convivencia respetuosa, donde la pasión por la moto sea el punto de encuentro, sin distinciones. La revisión de normas culturales y la promoción de referentes femeninos han ido desmantelando, poco a poco, viejos prejuicios.
Comentario
El sexismo en el motociclismo no es un fenómeno aislado, sino el resultado de patrones sociales que, sin embargo, pueden y deben transformarse. La verdadera revolución sobre dos ruedas ocurre cuando el respeto y la admiración se basan en la destreza, la pasión y la convivencia, y no en prejuicios heredados. El camino hacia una comunidad más inclusiva se construye, día a día, en cada curva y en cada gesto de compañerismo sobre la carretera.
Los egos masculinos
Una de las principales razones por las que se observa ego masculino hacia las moteras proviene de la arraigada creencia social de que el motociclismo es un espacio tradicionalmente masculino, asociado con la fuerza, la valentía y el dominio técnico. Este imaginario lleva a algunos hombres a sentir que su identidad dentro del grupo se ve amenazada cuando las mujeres participan de igual a igual, lo que impulsa comportamientos de defensa del territorio, aunque sean inconscientes.
El ego masculino puede manifestarse como una forma de reafirmar el estatus o la autoridad dentro del grupo, buscando mantener roles y privilegios históricos. A menudo, esta actitud no es una reacción deliberada contra las moteras, sino el reflejo de inseguridades y estereotipos aprendidos en la socialización. Además, la escasez histórica de modelos femeninos en el motociclismo ha hecho que la presencia de mujeres sea vista como una excepción, lo que en ocasiones produce respuestas de sobrecompensación o necesidad de destacar las propias habilidades ante la novedad.
No obstante, estos comportamientos están siendo cada vez más cuestionados a medida que la diversidad y la inclusión ganan terreno en la cultura motera, favoreciendo un ambiente donde el respeto mutuo se impone sobre los viejos esquemas de poder y pertenencia.
¿Existen moteras mejores que moteros?
Una reflexión sobre habilidades, prejuicios y equidad en el motociclismo, que tod@s debemos planearnos a la hora de comparar el desempeño entre moteras y moteros, la pregunta de si hay “mujeres mejores que hombres” sobre dos ruedas suele estar empapada de estereotipos y expectativas heredadas más que de realidades objetivas.
En el motociclismo, como en cualquier otra disciplina, las habilidades, la destreza y la pasión no tienen género; pertenecen a cada persona y se forjan a partir de la entrega, la experiencia y el amor por la carretera.
Históricamente, a las mujeres se les ha exigido demostrar el doble su capacidad, no porque sean menos aptas, sino porque la sociedad ha puesto barreras visibles e invisibles en el camino. Muchas moteras, al abrirse paso en un espacio tradicionalmente masculino, han desarrollado una resiliencia y una determinación que a menudo se traduce en excelencia y compromiso. No porque “tengan que ser mejores”, sino porque necesitan hacerse escuchar y romper techos de cristal que persisten, aunque cada vez menos.
Decir que las moteras son mejores que los moteros, o viceversa, es caer en la misma trampa de la que muchas personas buscan salir: la de la competencia basada en el género, cuando lo esencial es la persona, su historia y su actitud ante la moto y la comunidad. Hay moteras cuyas habilidades y temple inspiran y sorprenden; hay moteros que demuestran técnica y compañerismo admirables. Lo que enriquece al motociclismo es precisamente esa diversidad de talentos y formas de vivir la pasión por rodar.
Más allá de los rankings y los trofeos personales, la verdadera grandeza sobre la moto se mide en respeto por una misma, por quienes nos rodean y por la ruta que compartimos. El motociclismo es una invitación constante a superarse, a ser mejor hoy que ayer, sin importar de dónde venimos o cómo nos definimos.
En conclusión, no hay una respuesta absoluta ni justa a la pregunta de si existen moteras mejores que moteros. Lo que sí existe, y debe seguir creciendo, es una comunidad donde cada persona tenga la oportunidad de mostrar lo mejor de sí, sin etiquetas ni comparaciones, disfrutando la libertad y la hermandad que solo la carretera puede ofrecer.
Creo que la mayoría tenemos la creencia de que a la hora de pilotar una moto no importa el sexo, sino otros factores que hemos expuesto, por lo que siempre me sorprende, para mal, algunos comentarios machistas de moteros, que solo se miran la punta de la nariz y que no son conscientes de que todos somos iguales, seamos hombre o mujeres a la hora de pilotar y sobre todo esos individuos a los que el ego no les deja ver otra cosa que su ignorancia. Para disfrutar de la moto y la carretera solo debemos ver al pilot@ que la maneja y no pensar en ideas absurdas de tiempos pasados.
By MAYAM














