Pilotar una moto por carretera, especialmente en entornos de montaña, es una actividad que fusiona habilidad técnica, autoconocimiento y gestión de riesgos. La trazada, esa línea invisible que el motero sigue al tomar una curva, no es solo un acto físico, sino el resultado de un proceso mental complejo en el que intervienen miedos, egos y la propia inexperiencia. Detallamos estos factores psicológicos y sus consecuencias, y unos consejos para rodar con seguridad y madurez.
La anatomía psicológica de la trazada
1. Los miedos
El miedo es una respuesta natural del cerebro que busca protegernos. En un motero, el miedo puede manifestarse de varias formas y afectar directamente la trazada:
Miedo a la inclinación: El temor a caer al inclinar la moto hace que el motero se quede rígido y no se descuelgue, lo que reduce la capacidad de giro y fuerza una trazada más amplia y peligrosa.
Miedo a la velocidad: Frena demasiado en la entrada de la curva o mantiene un ritmo excesivamente lento, lo que puede resultar en una trazada errática y una falta de fluidez que desestabiliza la moto.
Miedo a lo desconocido: En una curva ciega, el miedo a lo que hay al otro lado (un vehículo, un obstáculo, etc…) puede llevar a una frenada brusca en plena curva, una de las causas más comunes de caída.
2. Los egos
El ego es el principal enemigo de la seguridad. Se manifiesta como una necesidad de demostrar habilidad, ya sea ante uno mismo o, peor aún, ante otros.
El «motero rápido»: Este piloto cree que la velocidad es sinónimo de maestría. Tiende a tomar riesgos innecesarios, como adelantar en curvas sin visibilidad o rodar por encima de sus límites, solo por la adrenalina o por impresionar. Su trazada es agresiva e impredecible.
La superioridad: Un ego inflado puede llevar a ignorar las condiciones de la carretera (asfalto en mal estado, gravilla, humedad) porque el motero cree que su habilidad puede con todo. Esta falta de respeto por el entorno es una receta para el desastre y es lo que suele ocurrir normalmente.
3. La inexperiencia
La inexperiencia no es una falta de habilidad, sino una falta de conocimiento. El motero novato comete errores por desconocimiento de la técnica y del comportamiento de la moto.
Trazada incorrecta: Es común que un novato entre demasiado rápido en una curva y frene en mitad de ella, perdiendo el control. También pueden trazar demasiado abiertos o demasiado cerrados al interior, exponiéndose a peligros en la carretera o en la cuneta.
Falta de lectura del entorno: Un motero sin experiencia no sabe «leer» la carretera. No identifica las señales de peligro (manchas de aceite, marcas de neumáticos, cambios de asfalto) y no sabe anticipar las sorpresas que una carretera de montaña puede esconder.
4. Creer que se domina la moto y sus consecuencias
Este es quizás el error más grave. Un motero que ha rodado mucho tiempo sin incidentes puede desarrollar una falsa sensación de invulnerabilidad.
Sobreconfianza: La sobreconfianza lleva a reducir las precauciones. Se deja de revisar la moto, se asumen riesgos mayores, se pilota sin el equipo de protección adecuado. La creencia de que «a mí no me va a pasar» es el primer paso hacia el accidente.
El efecto espejo: Al ver a otros moteros rodar a gran velocidad, el motero confiado puede intentar emularlos sin tener la misma experiencia o habilidad. El resultado es que rueda por encima de sus límites, forzando la máquina y sus propias capacidades.
¿Cómo rodar por una carretera de montaña con seguridad?
Dominar una moto en la montaña es un arte que se basa en la humildad, la paciencia y la técnica.
Conoce tus límites: Sé honesto contigo mismo sobre tu nivel de habilidad. No intentes seguir a un motero más rápido si no te sientes cómodo. Rodar dentro de tus límites te permite tener un margen de error y reaccionar a tiempo ante cualquier imprevisto.
Aplica la trazada correcta: Utiliza la trazada de «fuera-dentro-fuera» en la mayoría de las curvas. Esto te da la máxima visibilidad y te permite frenar, inclinarte y acelerar de manera fluida y segura. Mide la velocidad antes de entrar en la curva, no dentro de ella.
Mira hacia delante y lo más lejos: La mirada es tu principal herramienta de seguridad. No mires al suelo, ni a los guardarraíles. Mira hacia la salida de la curva, allí es donde la moto irá. La mirada te ayuda a trazar la línea ideal y a mantener la moto en el camino correcto.
Respeta las condiciones de la vía: La montaña no es un circuito. Las carreteras cambian. Presta atención a las sombras, a las zonas húmedas, a la grava suelta y a cualquier señal de peligro en el asfalto.
Mantén la concentración: El pilotaje en la montaña exige una atención plena. Deja atrás las distracciones y los problemas. Concentra todos tus sentidos en tu pilotaje, en la moto y en el entorno.
Los piques y sus consecuencias
Los «piques» o «carreras» entre moteros en la carretera son una de las principales causas de accidente. A menudo, nacen del ego y la inexperiencia, y tienen consecuencias devastadoras:
Pérdida de control: Al ir al límite, cualquier pequeño error de cálculo o un imprevisto en la carretera puede provocar la pérdida de control, resultando en una salida de vía o una colisión.
Impacto psicológico: Un accidente, incluso si no es grave, puede generar un trauma duradero, miedo a volver a rodar e incluso el abandono de la pasión por las motos.
Riesgo para otros: Los piques no solo ponen en peligro a los moteros implicados, sino también a otros conductores, ciclistas y peatones que puedan estar en la carretera en ese momento.
La clave para disfrutar de la moto en la montaña es la madurez. El motero maduro no es el más rápido, sino el que más disfruta, el que conoce sus límites y el que respeta la carretera. La verdadera maestría no reside en la velocidad, sino en la fluidez, la seguridad y el arte de hacer de cada trazada una obra perfecta.
By MAYAM














